Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva, ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz. La filosofía no sirve ni al Estado ni a la Iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve para entristecer. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía. Sirve para detestar la estupidez, hace de ésta una cosa vergonzosa.

Gilles Deleuze,
Nietzsche y la filosofía

miércoles, 23 de junio de 2010

Al otro lado del cajón - escrito por Raúl.

1.Entre calcetines.
Me había levantado pronto para estudiar, estaba en aquellos días del año en los que no había otra preocupación que estudiar, por aquello del futuro y esas cosas que se dicen, yo no sé si me importaba mi futuro, me conformaba con que mi madre no se desgañitase conmigo por las notas. Perdonad si me enrollo hablando de cosas que no vienen al caso pero ya me decía mi abuela que no me callaba nunca.
Como decía madrugué a eso de las cinco de la madrugada estaba despierto para estudiar no se qué y fue entonces cuando pasó todo, hacía frío así que me acerque a mi mesita de noche para ponerme unos calcetines, para mi sorpresa solo encontré calcetines negros, odio los calcetines negros de modo que busqué y rebusqué por todo el cajón, tanta era la aversión que tenía a los calcetines negros que casi me metí dentro del cajón rebuscando, de hecho me metí, es mas caí de cabeza dentro del cajón. No sabía que en ese cajón, en el que apenas cabían seis pares de calcetines, podría caber yo, pero esto apenas tiene importancia comparado con lo que me esperaba.
Al final de aquel particular cajón pude ver una puerta, me costó verla, pues, como todo el mundo sabe, los calcetines negros no alumbran lo más mínimo a diferencia de los blancos, aun así me acerqué hasta ella y no dudé en abrirla pero curiosamente esta llevaba de vuelta a mi habitación, tenía lógica, a donde iba sino a llevarme un cajón de mi mesita de noche. Salí del cajón y entré en mi habitación dispuesto a seguir con mi estudio cuando me pareció ver algo diferente , un gigantesco cuadro que ocupaba toda la pared, era una pintura de un paisaje muy artístico, o al menos eso dice la gente cuando ve un cuadro que no tiene ni idea de lo que hay dibujado en él y como tampoco sabía si el paisaje era el Polo Norte, un bosque o un desierto no me compliqué y lo dejé con el termino artístico. Lo más curioso no era eso sino que en el marco del cuadro brillaba una plaquita dorada en la que se podía leer una inscripción que decía: "ENTRA". Al leerlo me entró la risa, ¿Cómo demonios se supone que se entra en un cuadro? ¿Del mismo modo que es un cajón? Entonces pensé que si había entrado dentro de un cajón entonces podría entrar dentro de un cuadro. Así que cogí carrerilla y salte contra el cuadro.

2.Dos amigos muy curiosos.
La lógica no falla nunca, estaba dentro de un cuadro aunque el cuadro era muy raro, no me explicaba que en menos de diez metros hubiese un glaciar, unos árboles y una duna, pero qué más da, no estaba nada mal aquel sitio.
A lo lejos vi dos animalillos que correteaban hacia aquel bosque cuando me vieron y se acercaron pude ver que eran un ratón y un gato, juntos.
-Hola- Dijeron amablemente los dos animales -. ¿Qué tal?
-¿Hola...?-Mascullé aturdido-. ¿Habláis?
-Claro que hablamos- Contestaron ambos animales al unísono-. ¿Porqué no íbamos a hacerlo?
-No se... pero esto es increíble, nunca había visto hablar a un ratón y a un gato, y ahora que lo pienso tampoco los había visto, entre ellos, tan amigables - reflexionaba confundido- ¡Claro! Eso es porque los gatos os coméis a los ratones.
-¿Un gato? ¿Dónde? - Preguntó el ratón asustado.
-Pues justo ahí al lado, si no lo ves es que estas ciego- Le dije al ratón.
-¡Ah! No veo ningún gato por ningún lado- Gritaba con cierto tono de pánico-. ¿Ciego? ¿Cómo iba a estar ciego si te estoy viendo?- Se decía a sí mismo el ratón preocupado-. Entonces, entonces... ¡Me estoy quedando ciego a medias!
-No creo que sea eso, aunque sería muy interesante- Pensé para mis adentros-. A lo que me refería es que vas acompañado de un gato, ese que está al tu lado, ese bicho blanco y peludo que es setenta veces más grande que tú.
-¿Te refieres a mi?- Preguntó el gato.
-Claro, ¿Cuantos gatos ves por aquí cerca a parte de ti?- Aclaré con tono irónico.
-Pues yo no soy un gato, los gatos comen ratones, yo no como ratones, por tanto no soy un gato.
-Quien lo diría...-Farfullé- ¿Entonces qué es lo que eres si no eres un gato?
-Que pesado estás con lo del gatito dichoso y que preguntas más estúpidas que haces. Que iba a ser sino, un animal-Contestó el gato irritado.
-Lo siento si te he ofendido- Me disculpé-. ¿A dónde se supone que vais?- Pregunté tratando de cambiar de tema.
-¡A disfrutar del entero ambiente!- Contestó eufórico el ratón.
-Del entero ambiente... querrás decir del medio ambiente- Corregí orgulloso de mis conocimientos.
-Tonterías- Dijo el ratón-. ¿Porqué conformarse con la mitad pudiendo tenerlo todo?
-Visto así hasta parece tener sentido- Dije sin saber muy bien si tenía razón.
Tras esto y sin decir nada más se marcharon perdiéndose entre árboles y dunas como si ya hubiesen acabado todo lo que tenían que hacer conmigo.
Este lugar o este cuadro o lo que sea es muy particular; los animales hablan y los gatos y los ratones se llevan bien. Ya tenía ganas de saber de qué más era capaz este lugar.

3.La Abeja y sus dudas.
Sorprendido por este fantástico mundo iba yo paseando hasta que oí un zumbido cercano a mi cabeza, no sabía que era hasta que escuche una voz.
-¡Buenos segundos!- Dijo una voz aguda.
-¡Buenos segundos!- Contesté, ya le había pillado el truco a este sitio, la cosa estaba en no sorprenderse por nada, así que seguí el juego-. ¿Quién eres y donde estas? - Pregunté al no ver a nadie.
-Soy una oveja y estoy aquí- Contestó el emisor del zumbido.
-Querrás decir una abeja porque, que yo sepa, las ovejas no vuelan y son tres millones de veces más grandes que tú, o incluso tres millones y una vez-. Le dije con desparpajo-. Aunque de todas maneras aquí nada es lo que debería ser- Añadí con tono frustrado.
-Sé muy bien lo que quiero decir... o eso creo- Me contestó sin saber muy bien lo que decía-. De lo que si estoy seguro es de que te acabas de equivocar, aquí todo debería ser lo que es, al contrario de como tú decías-. Me dijo convencido.
-Creo que te equivocas tú, ser lo que debe ser, no es lo contrario que deber ser lo que es, son cosas muy diferentes-. Este insecto me estaba dando dolor de cabeza, no tenía ni idea de lo que decía-. De todas formas, con que no me piques me conformaré-. Comenté tratando cambiar de tema.
-No te preocupes por eso, porque “si te pico, me muero” o era al revés, “si me muero, te pico”-. La pobre abeja se estaba haciendo un lío, no sabía ni lo que decía.
-Yo creo que es: “te mueres sin pico”. No sé ni por qué lo dije pero aquí todo funcionaba así, nada tenía sentido o todo era un sinsentido.
-Por supuesto, no sé donde tengo la cabeza, muchísimas gracias.- Me dijo agradecida-. Creo que va siendo hora de que me marche, tengo que ir a que me esquilen.
La abeja se fue y yo seguí a lo mío.

4.Un gato es un gato o cualquier cosa.
Caminé durante un buen rato, a cada segundo más sorprendido que el anterior por aquel lugar, no me cansaba de verlo y es que después de despedirme de la abeja vi un camello paseando por el bosque, un oso polar tomando el sol encima de una duna y un cactus creciendo en el hielo. Intente hablar con todos ellos pero no me hicieron ningún caso, sobre todo el cactus.
Como no todos los animales eran igual de simpáticos me adentré en el bosque buscando al ratón y al gato. Mientras apartaba ramas y arbustos de mi cara oía un maullido procedente de la copa de un árbol. Miré hacia arriba y efectivamente, encontré lo que buscaba.
-Gat... animalito soy yo, el chico de antes- Le dije efusivamente, ya que parecía depresivo, tampoco no vi a su amigo el ratón-. ¿Dónde para tu amigo el ratón?
-Di... digam... digamos que soy una serpiente-Me dijo con tono arrepentido-. ¡Y ahora me he quedado sin mi amigo!
-Ya decía yo que un ratón y un gat... ¿una serpiente?- Esto sí que me había desconcertado.
-Por supuesto que una serpiente, las serpientes comen ratones, yo como ratones, por tanto soy una serpiente- Me contestó como si fuese lo más normal del mundo.
-Ah claro, si me lo pintas de esa manera- Contesté como se suele hacer a los estultos.
Deje al gato y a sus problemas de identidad hablando solo y me marché.

5.El caracol ermitaño y la babosa pedante.
Volviendo por donde había venido escuché una discusión y la curiosidad me pudo, pero no me mató, no hace falta que os diga que no soy un gato. Me acerqué al lugar del que provenían los gritos y vi a un caracol y una babosa vociferando, me escondí detrás de un árbol y escuché:
-¿Entonces eres una casa con una babosa dentro o una babosa con una casa por fuera?- Le preguntó la babosa al caracol.
-Te lo he dicho más de trescientas cuarenta y tres mil doscientas treinta y seis veces- Le dijo el caracol a la babosa enfurecido-. !Soy una casa con una babosa por dentro!
-Entonces, como te mueves, eres una casa que se mueve uhm... las únicas casas que conozco que se muevan son las caravanas, por tanto eres una caravana- Dijo la babosa en tono burlón.
-!Maldita babosa! Lo que te pasa es que se te cae la baba al ver mi casa, cosa que tú no tienes- Contestó el caracol, restregándole su magnífico caparazón a la babosa.
Parecía que la conversación se había estancado en insultos , así que decidí hacer mi aparición.
-Buenas señores- Dije tímidamente.
-¿Quién eres tú?- Me preguntaron los dos bichos.
-Yo soy yo- Contesté como aquí se suele hacer.
-Entonces si tú eres yo, y yo soy yo, por tanto somos la misma cosa-Razonó la babosa.
-Te equivocas, yo soy yo y tu eres tú- Le dije.
-Te equivocas tú, si tú eres tú y yo también soy tú, somos la misma cosa- Volvió a razonar la babosa.
-¡Cállate!- Cortó tajantemente el caracol.
Con tanto grito me había entrado hambre.
-Perdonad babosos, ¿Dónde puedo encontrar algo para comer?
-Ahí mismo tienes un manzano, pero cuidado con la comida; que somos lo que comemos- Dijo el caracol.
Miré hacia arriba y, de hecho, habían como mínimo dos manzanas, así que me comí una, aunque ahora que lo pienso, creo que no estaban ahí cuando llegué pero qué más da.
-Si somos lo que comemos y te comes una manzana, eres una manzana. Como tú y yo somos la misma cosa, irremediablemente yo soy una manzana- Dijo la babosa.
Ya estaba cansado de tanta reflexión así que me despedí y me alejé deambulando sin saber qué hacer.

6.El ciempiés acomplejado.
Aquel sitio empezaba a disgustarme y ya me estaba sintiendo solo, cada vez que intentaba relacionarme, o me tenían por un bicho raro, me ignoraban o simplemente eran idiotas, así que decidí salir del cuadro, aunque no tenía ni idea de por donde se salía, de manera que no me quedaba otra opción que caminar hasta encontrar la salida.
Estaba cansado, así que me senté bajo un árbol a reposar un rato cuando me pareció escuchar que alguien me llamaba.
-¡Oye!
-¿Quién habla?- Pregunté.
-Aquí abajo- Entonces miré hacia abajo y vi un ciempiés.
-¡Hola ciempiés!- Le dije al animalillo, que por cierto miraba mis pies con cara de asombro.
-Oh... ¡ojalá tuviese yo tantos pies como tú!- Me dijo el ciempiés con la boca abierta, aunque más sorprendido me quedé yo.
-¿Tantos pies como yo? ¿Qué barbaridad es esa?- Pregunté.
-Sí, déja que me explique- Dijo con calma-. Estarás de acuerdo conmigo en que un pie tuyo es como mil de mis pies.
-Por supuesto, o incluso mil y un pie.
-Así si un pie tuyo es como mil de los míos y puesto que tienes dos, posees dos mil pies como los míos. Como yo solo tengo cien pies como los míos, luego tú tienes veinte veces más pies que yo -dijo el ciempiés.
-Pues la verdad es que si lo miras así tiene sentido- Contesté tal que así pero por decir algo, estaba anonadado.
-Claro que tiene sentido ¿Porqué no iba a tenerlo?- Me preguntó un poco ofendido.
-No... no... por nada, creo que ya va siendo hora de que vuelva.
-¿Volver a dónde?
-Pues a mi casa- Contesté irritado.
-Pero para volver a tu casa tendrías que haber salido de ella, te recuerdo que estás en un bosque, que está dentro de un cuadro, que a su vez está dentro de un cajón, que al mismo tiempo está dentro de tu habitación... creo que nunca has estado tan en tu casa como ahora- dijo el ciempiés.
-¿Cómo sabes tú todo eso?- Pregunté asombrado.
-Vivo en tu casa, ¿Cómo no iba a saberlo?
-Razón no te falta, pero...
No pude ni acabar de hablar cuando todo empezó a desvanecerse.

7. A estudiar otra vez.
Desperté y me di cuenta de que estaba babeando sobre unos apuntes, ahora recuerdo que eran de filosofía, lo sé porque cuando me puse a estudiar de nuevo, pude ver que tenía una frase subrayada en la libreta que decía lo siguiente: "De lo absurdo, cualquier cosa" . Cuánta razón tenía aquella frase -Ex contradictione quodlibet - una regla de la lógica que no se me olvidaría nunca.

Raúl Asencio Navarro
1º BAC A

2 comentarios:

Vicente dijo...

Hola Raúl.

Me ha gustado mucho tu cuento. Una de las cosas que más me ha gustado ha sido la forma de viajar de tu personaje. Me ha parecido muy original, sobretodo cuando lo enlazas al final con lo del ciempiés diciendo que nunca ha salido de su casa y que por lo tanto no puede volver a ella. También me ha gustado mucho el juego de identidad que haces con el "gato" y el que haces entre tu personaje, la babosa y la manzana. Y, como ya te he dicho antes, me ha gustado mucho tu cuento y si tengo que poner alguna objeción sería la cita en latín (que no la entiendo) y algunas comas que, personalmente, las hubiera puesto de otro modo. ¡¡Para finalizar te felicito!!

Santi dijo...

Hola Raúl:

Yo también he de decir que me ha gustado mucho tu cuento, aunque no conozca esa regla de la lógica o si la conozco, no la conozco por ese nombre. El capítulo del tamañano de los pies me ha llamado mucho la atención, porque nunca me he parado a pensar en cuantos pies tenemos relacionandolos con el tamaño.

Y como bien dijiste, aquí sólo comentamos nosotros y seguramente sólo habremos léido nuestros cuentos entre nosotros. De todas formas eso que nos hemos ganado haciendo el cuento.

¡Un cordial saludo para ti también!

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