Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva, ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz. La filosofía no sirve ni al Estado ni a la Iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve para entristecer. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía. Sirve para detestar la estupidez, hace de ésta una cosa vergonzosa.

Gilles Deleuze,
Nietzsche y la filosofía

sábado, 29 de mayo de 2010

Los sólidos platónicos - la Paideia (formación - educación) como ideal.


Hexaedro

COMENTARIO: El hexaedro —el poliedro regular más difícil de volcar— fue asociado a la TIERRA —el ‘elemento’ más estable—.




Tetraedro

COMENTARIO: De los cinco poliedros regulares, el tetraedro es el que tiene la relación volumen/superficie menor. Se lo asoció con el FUEGO, el ‘elemento’ seco.
                                                                                                                                       
Dodecaedro
 
COMENTARIO: Platón asoció al dodecaedro con el UNIVERSO (la Naturaleza como Todo), o también puede ser asociado con el cielo (lo exterior a la Tierra) o con el Cosmos (el orden).



                                                                                                                                                                          


Icosaedro

COMENTARIO: De los cinco poliedros regulares, el icosaedro es el que tiene la relación volumen/superficie mayor. Se lo asoció con el AGUA, el ‘elemento’ húmedo.







Octaedro


COMENTARIO: Si bien puede girar como un trompo, es la figura más fácil de volcar. Se lo asoció con el AIRE.





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Los poliedros regulares y los griegos antiguos.


      Los pitagóricos —que veían en los resultados matemáticos algo parecido a una verdad religiosa— consideraban muy importante la observación de que había sólo cinco poliedros regulares posibles. Lo más probable es que la demostración de esta afirmación se deba a los miembros de esa escuela. Sin embargo, los arqueólogos han hallado imágenes en piedra de los poliedros regulares considerablemente más antiguas.


tierra, fuego, Universo, agua y aire.
Imágenes recogidas en un yacimiento neolítico de Escocia

      Se cree que fue Empédocles quien primero asoció el cubo, el tetraedro, el icosaedro y el octaedro con la tierra, (fría y seca) el fuego (caliente y seco), el agua (fría y húmeda) y el aire (caliente y húmedo), respectivamente - los cuatro elementos clásicos.
     Según Platón, la primera de las ciencias que ayudará a los ciudadanos a pasar de las tinieblas de lo mudable y sensible a la luz de lo inmutable e inteligible, esto es, a salir de la caverna, es la aritmética o la ciencia del cálculo.  Esta ciencia (formal) eleva al hombre al hacerle razonar sobre los números tales como son en sí mismos, y no sobre cantidades visibles, facilitando así el paso de la contemplación de lo sensible, que cambia (las cosas), a la de lo inteligible, que no cambia (las ideas). Junto con esta ciencia  formal debe cultivarse la geometría, (otra o la misma ciencia formal) que “atrae al alma hacia la verdad y forma en ella el espíritu filosófico, obligandola a dirigir a lo alto sus miradas, en lugar de abatirlas, como suele hacerse, sobre las cosas de este mundo”. (Platón, La República).

viernes, 21 de mayo de 2010

El juego de la lógica – y no sólo de la lógica.

4.111 La filosofía no es una de las ciencias naturales. (La palabra “filosofía” debe significar algo que esté sobre o bajo, pero no junto a las ciencias naturales.)
4.112 El objeto de la filosofía es la aclaración lógica del pensamiento. Filosofía no es una teoría, sino una actividad.[...] La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos y confusos.
4.114 Debe delimitar lo pensable y con ello lo impensable. Debe delimitar lo impensable desde dentro de lo pensable.
4.116 Todo aquello que puede ser pensado, puede ser pensado claramente. Todo aquello que puede ser expresado, puede ser expresado claramente.

4.121 [...] La proposición muestra la forma lógica de la realidad. La exhibe.
4.1212 Lo que se puede mostrar no puede decirse.
4.1213 Ahora podemos comprender por qué nos sentimos en posesión de una concepción lógica exacta sólo cuando en nuestro simbolismo todo va bien.
4.461 La proposición muestra aquello que dice; la tautología y la contradicción muestran que no dicen nada. La tautología no tiene condiciones de verdad, pues es incondicionalmente verdadera; y la contradicción, bajo ninguna condición es verdadera. La tautología y la contradicción carecen de sentido. (Como el punto del cual parten dos flechas en direcciones opuestas.) (Yo no sé, por ejemplo, nada sobre el tiempo, cuando yo sé que llueve o no llueve.)
4.4611 Tautología y contradicción no son, sin embargo, sinsentidos; pertenecen al simbolismo, del mismo modo que cero es parte del simbolismo de la aritmética.
4.465 La verdad de la tautología es cierta; la de las proposiciones, posible; la de las contradicciones, imposible. (Cierto, posible, imposible: aquí tenemos la indicación de aquella gradación de la que tenemos necesidad en la teoría de la probabilidad.)
5.43 [...] Todas las proposiciones de la lógica dicen lo mismo. Es decir, nada.
5.473 La lógica debe bastarse a sí misma. Un signo posible debe también poder designar. Todo lo que en lógica es posible, está también permitido. [...] En cierto sentido, en lógica no podemos equivocarnos.
5.5303 Sea dicho de paso: decir de dos cosas que son idénticas es un sin sentido, y decir de una que es idéntica consigo mismo no es decir nada.
5.551 Nuestro principio fundamental es que toda cuestión que pueda resolverse por la lógica, puede resolverse sin más. ( Y si llegásemos a una situación en que tuviésemos necesidad de contemplar el mundo para poder responder a un problema determinado, esto sería una señal de que seguíamos un camino fundamentalmente equivocado.)
5.552 La “experiencia”, de la que tenemos necesidad para entender la lógica, no es que algo ocurra de tal y tal modo, sino que algo es: pero esto no es experiencia. La lógica precede a toda experiencia – que algo es así.
5.5563 Todas las proposiciones de nuestro lenguaje corriente están efectivamente, tal y como son, ordenadas de un modo completamente lógico.[...]

5.6 Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo.
5.61 La lógica llena el mundo; los límites del mundo son también sus límites.[...] Lo que no podemos pensar no podemos pensarlo. Tampoco, pues, podemos decir lo que no podemos pensar.
5.621 Mundo y vida son una sola cosa.
5.63 Yo soy mi mundo. (El microcosmos.)
5.632 El sujeto no pertenece al mundo, sino que es un límite del mundo.
  
6.1 Las proposiciones de la lógica son tautologías.
6.11 Por consiguiente, las proposiciones de la lógica no dicen nada. (Son proposiciones analíticas.)
6.113 La señal característica de las proposiciones lógicas está en que se puede reconocer sólo en el símbolo que son verdaderas o falsas; y este hecho contiene en sí toda la filosofía de la lógica. Y es también uno de los hechos más importantes que la verdad o la falsedad de las proposiciones no lógicas, no se puede reconocer sólo en la proposición.
6.1222 [...] Una proposición de la lógica no sólo no debe poder contradecirse por cualquier experiencia posible, sino que no debe poder ser confirmada por una tal experiencia.
6.1223 Ahora se pone en claro por qué se siente a menudo que las “verdades lógicas” deben ser “postuladas” por nosotros: nosotros podemos, efectivamente, postularlas en cuanto podemos postular una adecuada notación.
6.1224 Y se pone también en claro por qué se ha llamado a la lógica la teoría de las formas y de la inferencia.
6.124 Las proposiciones lógicas describen la armazón del mundo o, mejor, la presentan. No “tratan” de nada, presuponen que los nombres tienen significado, y las proposiciones elementales, sentido; y ésta es su conexión con el mundo. Es claro que debe manifestar algo sobre el mundo el hecho de que resulten tautologías de uniones de símbolos, que tienen esencialmente un carácter determinado. Este es el punto decisivo. Decimos que en los símbolos que utilizamos algunas cosas son arbitrarias y otras no. La lógica expresa solamente esto último; pero esto significa que en lógica nosotros no expresamos por medio de los signos lo que queremos, sino que en lógica habla la naturaleza misma de los signos esencialmente necesarios. Si nosotros conocemos la sintaxis lógica de un lenguaje de signos cualquiera, entonces todas las proposiciones de la lógica están ya dadas.
6.1251 Por lo tanto, en lógica jamás puede haber sorpresas.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Velar es soñar por otros medios - o la funesta curiosidad del filósofo.

El lector del que espero algo como una cierta exigencia de ser:
  1. Alguien que no tiene prisa, que no se suicida arrojándose a las ruedas del vertiginoso rodar de la época.
  2. Alguien que valora, sin dejarse contaminar por los cálculos económicos o por la posibilidad de ganar o perder.
  3. Alguien que no siente que pierde el tiempo y que, por eso, tiene tiempo, que gana el tiempo que pierde, que queda en posesión de esos momentos que los más consideran una pérdida.
  4. Alguien que piensa acerca de un futuro que no vislumbra en absoluto, del que no se hace, ni puede hacerse, una idea; que convierte ese pensamiento en un modo de vivir el presente, desde el que percibe la tremenda oquedad de un futuro que no ve, pero en el que cree, para hombres que ni siquiera puede imaginar.
  5. Alguien que sigue pensando mientras lee y que sabe por eso leer entre líneas, como antídoto a la maldición ilustrada de los sobreentendidos.
  6. Alguien, por fin, capaz de olvidar ante lo que lee su yo y su cultura, que, sereno, permanece en sí mismo mientras lo que lee le saca de sí y de lo suyo.


Isidro Herrera leyendo “Pensamientos sobre el porvenir de nuestros establecimientos de enseñanza”  (escrito en la Navidad de 1872) en Cinco prólogos para cinco libros no escritos de Nietzsche ("Cada Nochevieja nos deja sentir el misterio de la contradicción de ser y devenir"), publicado por Arena libros en 1999.

lunes, 17 de mayo de 2010

O no se sueña o se sueña de manera interesante – y hay que aprender a estar despierto de la misma forma.

Origen de la lógica.

¿De dónde surgió la lógica en la cabeza de los hombres? Sin duda de lo ilógico, cuyo campo debió ser inmenso en los orígenes. Mas innumerables seres que razonaban de un modo diferente a como nosotros razonamos ahora sucumbieron: ¡lo cual no excluye, a pesar de eso, que su modo de razonar fuera más verdadero! Quien, por ejemplo, no sabía discernir con bastante frecuencia lo idéntico respecto a su alimento o a los animales que eran peligrosos para él; quien, por lo tanto, era demasiado lento para clasificar o demasiado minucioso en la clasificación tenía menos oportunidades de sobrevivir que quien ante todo lo parecido deducía lo idéntico entre todas las clases de realidades semejantes. Pero la tendencia predominante a considerar la semejanza como lo idéntico –tendencia ilógica, pues no hay nada que sea idéntico en sí–, esa tendencia, digo, creó el fundamento mismo de la lógica. Asimismo, para que pudiera desarrollarse el concepto de sustancia, que es indispensable en lógica, aunque, en rigor, no se corresponde con ninguna realidad, fue preciso que durante mucho tiempo no se viera ni se sintiese lo mudable en las cosas; los seres no dotados de una visión precisa tenían ventaja sobre quienes percibían todas las cosas inmersas en un flujo perpetuo. Estrictamente hablando todo alto grado de cautela en la deducción, toda tendencia escéptica, entraña un grave peligro para la vida. No existirían hoy seres vivientes si no hubiese sido desarrollada poderosamente la tendencia a asentir, antes que a suspender el juicio, a errar e inventar, antes que a esperar, a afirmar, antes que a negar, a juzgar, antes que a ser justo. El curso de los pensamientos y de las conclusiones lógicas que se da en nuestro cerebro actual corresponde a un proceso y a una lucha de impulsos que individualmente considerados son en sí mismos sumamente ilógicos e injustos; normalmente sólo percibimos los resultados de esta lucha: tan rápida y ocultamente funciona ahora este viejísimo mecanismo dentro de nosotros.


jueves, 13 de mayo de 2010

El último hombre – el hombre es una cuerda tendida sobre un abismo.

Voy a hablarles de  lo más despreciable: el último hombre.
Y Zaratustra habló así al pueblo:
Es tiempo de que el hombre fije su propia meta. Es tiempo de que el hombre plante la semilla de su más alta esperanza.
Todavía es bastante fértil su terreno para ello. Mas algún día ese terreno será pobre y manso, y de él no podrá ya brotar ningún árbol elevado.
¡Ay! ¡Llega el tiempo en que el hombre dejará de lanzar la flecha de su anhelo más allá del hombre, y en que la cuerda de su arco no sabrá ya vibrar!
Yo os digo: es preciso tener todavía caos dentro de sí para poder dar a luz una estrella danzarina. Yo os digo: vosotros tenéis todavía caos dentro de vosotros.
¡Ay! LLega el tiempo en que el hombre no dará ya a luz ninguna estrella. ¡Ay! Llega el tiempo del hombre más despreciable, el incapaz ya de despreciarse a sí mismo.
¡Mirad! Yo os muestro el último hombre.
- ¿Qué es amor? ¿Qué es creación? ¿Qué es anhelo? ¿Qué es estrella? - así pregunta el último hombre, y parpadea.
La tierra se ha vuelto pequeña entonces, y sobre ella da saltos el último hombre, que todo lo empequeñece. Su estirpe es indestructible, como el pulgón; el último hombre es el que más tiempo vive.
- Nosotros hemos inventado la felicidad – dicen los últimos hombres, y parpardean.
Han abandonado las comarcas donde era duro vivir: pues la gente necesita calor. La gente ama incluso al vecino, y se restriega contra él: pues necesita calor.
Enfermar y desconfiar considéranlo pecaminoso: la gente camina con cuidado. ¡Un tonto es quien sigue tropezando con piedras o con hombres!
Un poco de veneno de vez en cuando: eso produce sueños agradables. Y mucho veneno al final, para tener un morir agradable.
La gente continúa trabajando, pues el trabajo es un entretenimiento. Mas procura que el entretenimiento no canse.
La gente ya no se hace ni pobre ni rica: ambas cosas son demasiado molestas. ¿Quién quiere aún gobernar? ¿Quién aún obedecer? Ambas cosas son demasiado molestas.
¡Ningún pastor y un solo rebaño! Todos quieren lo mismo, todos son iguales: quien tiene sentimientos distintos marcha voluntariamente al manicomio.
-En otro tiempo todo el mundo desvariaba – dicen los más sutiles, y parpadean.
Hoy la gente es inteligente y sabe todo lo que ha ocurrido: así no acaba nunca de burlarse. La gente continúa discutiendo, mas pronto se reconcilia, de lo contrario, ello estropea el estómago.
La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche: pero honra la salud.
-Nosotros hemos inventado la felicidad – dicen los últimos hombres, y parpadean.
Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra.

viernes, 7 de mayo de 2010

¿Qué es un argumento? - una forma en la que se expresa la racionalidad humana.


Algunos lógicos distinguen entre argumentos deductivos y argumentos inductivos. Es tópico, aunque no del todo acertado, decir a este respecto que en los primeros se va de lo general a lo particular (como cuando se pasa del enunciado "todo inglés es europeo" al enunciado "algún inglés es europeo"), y en los segundos a la inversa (como cuando se pasa del enunciado "este cuervo, y este, y este, y este... son negros" al enunciado "todos los cuervos son negros"). Mejor sería, tal vez, decir que un argumento es deductivo cuando el paso de las premisas a la conclusión es analítico (necesario), y que es inductivo cuando ese paso es sintético (contingente).

Tablas de verdad. (P V ¬P)

Página interactiva para realizar tablas de verdad (¡¡¡PINCHA AQUÍ!!!) y si quieres seguir aprendiendo lógica (¡¡¡PINCHA AQUÍ TAMBIÉN!!!)


"En nuestro lenguaje está depositada toda una mitología".

"La enseñanza de la filosofía tiene la misma inmensa dificultad que tendría la instrucción en geografía si el alumno trajese consigo una gran cantidad de ideas falsas y simplistas, y falsamente simplificadas, sobre el curso, y las conexiones de los cursos, de los ríos y las montañas y cadenas de montañas".


"Filosofar es: rechazar falsos argumentos."
/Los hombres que no tienen necesidad alguna de claridad en su argumentación, están perdidos para la filosofía./

Ludwig Wittgenstein, Filosofía (Secciones 86-93 del Big Typescrit)

jueves, 6 de mayo de 2010

El espíritu libre - o la madurez es volver a encontrar la seriedad con que uno jugaba cuando era niño.

Tampoco un investigador o científico puede escoger a capricho los regímenes políticos. En general, los acepta al principio como cualquier ciudadano, como súbdito leal. Cuando la situación se hace completamente anormal y cuando nadie desde fuera le protege contra el terror interior, él mismo tiene que determinar los límites de su lealtad, sobre todo cuando las circunstancias se tornan tan anormales que ni siquiera se conoce la verdadera posición del amigo más próximo. El deber de desencadenar una guerra civil, de sabotear y de hacerse mártir tiene sus límites. Es problema de las víctimas de tales situaciones, y no sólo se debe juzgar desde fuera. Platón fue colaborador del tirano de Siracusa, y enseñó que no se debe negar un consejo bueno ni siquiera al enemigo. Tomás Moro, el patrono de la libertad espiritual, pasó por muchos estadios e hizo concesiones asombrosas al tirano antes de llegar al punto de convertirse en santo y mártir. Además, en todas las épocas de concentración del poder vale para cada publicista la frase antigua de las Saturnales de Macrobio: non possum scribere in eum qui potest proscribere [no puedo escribir contra quien puede proscribir].
En el verano de 1938 se publicó en Alemania un libro en el que se lee: “Si un país llega a tal punto que solamente se admite la publicidad organizada por el poder estatal, el alma del pueblo emprende el camino misterioso que conduce al interior; entonces crece la fuerza contraria del callar y del silencio”. Benito Cereno, el héroe del cuento de Herman Melville, se elevó en Alemania a símbolo de la situación de la inteligencia en un sistema de masas. En Septiembre de 1939 se publicó Sobre los acantilados de mármol, de Ernst Jünger, un libro que describe con gran audacia los abismos que se esconden tras las máscaras del orden del nihilismo. Muchas auténticas obras de arte, incluso de la tendencia pictórica entonces discriminada, se produjeron a pesar del control fanático, y encontraron protección y fomento eficaces. En todos los sectores de las ciencias naturales y del espíritu se descubrirán trabajos importantes, si no falla aquí de repente la curiosidad intelectual (*). El espíritu, según su esencia, es libre, y lleva consigo su propia libertad. Tiene que probarla incluso en las situaciones peligrosas de una moderna organización de masas.

Carl Schmitt, Ex captivitate salus - la salvación (o la salud) a través del cautiverio (o la pena) (1945-46).



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(*) Lo que en Carl Schmitt me ha llamado siempre la atención, lo adorable de Carl Schmitt, lo que incita a quererlo, es que aún es capaz de asombrarse, pese a haber sobrepasado los cincuenta. La mayoría de personas, y ello ocurre muy pronto en la vida, acoge un hecho nuevo tan sólo en la medida en que guarda relación con su sistema o con sus intereses. Falta el gusto por los fenómenos en sí mismos, o por su diversidad – falta eros con que el espíritu acoge una impresión nueva como se acoge un grano de semilla.


Ernst Jünger, Radiaciones, Diarios de la segunda Guerra Mundial (1939).

miércoles, 5 de mayo de 2010

NIETZSCHE: Tonterías varias (I)

Buenas ragazzi,
supongo que, a estas alturas, ya habréis preparado varias decenas de redacciones PAU, así que para desempalagar os dejo aquí el vídeo prometido (quede claro que no garantizo que haga gracia a nadie):

Una particular - tanto en el fondo como en la forma- lectura de Alicia en el país de las maravillas.

Elevado por muchos a la categoría de genio de la novela gráfica junto a Alan Moore o Neil Gaiman, Bryan Talbot cuenta con una sólida carrera a sus espaldas. Desde sus inicios ilustrando la obra de Tolkien hasta su más reciente libro Grandville, ha cosechado enorme éxito de crítica y público. Ha sido galardonado con los prestigiosos premios Eisner, Eagle, Quill  y Harvey, entre otros.

Alicia en Sunderland es una autopsia irreverente del clásico Alicia en el país de las maravillas, y está compuesta por una serie de relatos que hablan del encuentro entre Lewis Carrol y Alice Liddell (en quien Carrol se basó para crear su Alicia).  Es una novela gráfica, publicada -después de muchas tribulaciones- originalmente en  inglés, en el 2007, que también revisa la historia de Gran Bretaña y la monarquía, siempre bajo la penetrante y ácida mirada de Talbot.
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«La realidad no nos basta; también necesitamos lo absurdo. Vagar por un mundo de fantasía no supone evadirse de la realidad, sino, más bien, adentrarse en una fuente de conocimientos sobre la naturaleza de la existencia. Asimismo, la realidad no supone evadirse de lo absurdo. Nuestro aprendizaje prosigue en todas partes.»

Edmund Miller, Lewis Carroll Observed citado como exergo en Alicia en Sunderland (2010).

martes, 4 de mayo de 2010

NIETZSCHE: Conceptos fundamentales - El nihilismo

Nihilismo
 
La idea nietzscheana del nihilismo puede entenderse en distintos sentidos:
  • Nihilismo como decadencia o rechazo de la vida: para Nietzsche toda cultura que crea en la existencia de una realidad absoluta y permanente (donde estarían  situados los valores de la Verdad y el Bien) es una cultura nihilista. El cristianismo concentra esa realidad absoluta en la figura de Dios de forma que la cultura cristiana, y en definitiva toda la cultura occidental, es nihilista pues dirige toda su pasión y esperanzas a algo inexistente (el Dios cristiano, el Mundo de las Ideas etc...), despreciando la única realidad existente, la realidad del mundo que se ofrece a los sentidos, la realidad de la vida.   
    • En Así habló Zaratustra este modo de mostrarse el espíritu se representa con la figura del camello, símbolo de la aceptación resignada de las mayores cargas.
  • Nihilismo pasivo (o negativo): es una de las consecuencias de la “Muerte de Dios”, aparece por  la consciencia del carácter radicalmente infundado de la creencia en lo sobrenatural, de la creencia religiosa en el mundo del espíritu o cualquiera de los trasmundos. Durante siglos nuestra cultura ha considerado que los valores descansan en algo trascendente, que existe un ámbito hacia el que apunta la existencia y gracias al cual ésta tiene sentido. La vida tiene un sentido porque algo exterior a ella se lo da. Con la muerte de Dios sobreviene la crisis del sentido y el convencimiento de que la existencia es absolutamente insostenible, vacía, carente de sentido. El “nihista pasivo” no cree en ningún valor, puesto que considera que todo valor es posible sólo si Dios existe, y Dios no existe; termina en la desesperación, la inacción, la renuncia al deseo, el suicidio. En este momento crítico encontramos el nihilismo en la desesperación de los que consideran que nada tiene sentido ni valor por no existir aquello que debería ser el fundamento de todo sentido y valor,  Dios. Aquel que dijese que si Dios no existe todo está permitido, aquél que desesperase de la vida y se levantase en contra de ella por considerar que ésta solo puede tener su fundamento en algo ajeno de ella y que dicho fundamento no existe, ese sería también nihilista.
  • Nihilismo activo (o positivo): sin embargo es también nihilista la filosofía que intenta mostrar cómo los valores dominantes son una pura nada, una invención; la filosofía nietzscheana es nihilista en este sentido pues propone la destrucción completa de todos los valores vigentes y su sustitución por otros radicalmente nuevos (transvaloración). Este nihilismo es una fase necesaria para la aparición de un nuevo momento en la historia de la cultura, para el reencuentro con el “sentido de la tierra”, la aparición de una nueva moral y de un nuevo hombre, el superhombre
    • En Así habló Zaratustra representa esta figura del espíritu con la metáfora del león (por su agresividad, su capacidad destructiva).

NIETZSCHE: Temas de redacción

  • Metáfora y verdad en Nietzsche
  • La crítica a la cultura occidental
  • La crítica a la razón y la crítica a la Modernidad
  • Mundo del ser y mundo del devenir (o "Mundo verdadero y mundo aparente")
  • Hacer filosofía a martillazos
  • El nihilismo y la muerte de Dios en Nietzsche
  • La crítica de Nietzsche a la moral (o "Nietzsche inmoralista")
  • La crítica de Nietzsche a la religión

lunes, 3 de mayo de 2010

El mito del Eterno Retorno (de lo idéntico) – o el «amor fati» como un sí (incondicional) a la vida.


«¡Alto! ¡Enano!, dije. ¡Yo! ¡O tú! Pero yo soy el más fuerte de los dos: ¡tú conoces mi pensamiento abismal! ¡Ese no podrías soportarlo!».
Entonces ocurrió algo que me dejó más ligero: ¡pues el enano saltó de mi hombro, el curioso! Y se puso en cuclillas sobre una piedra delante de mí. Cabalmente allí donde nos habíamos detenido había un portón.
“«¡Mira ese portón! ¡Enano!, seguí diciendo: tiene dos caras. Dos caminos convergen aquí: nadie los ha recorrido aún hasta su final. Esa larga calle hacia atrás: dura una eternidad. Y esa larga calle hacia adelante es otra eternidad.
Se contraponen esos caminos: chocan derechamente de cabeza: y aquí, en este portón, es donde convergen. El nombre del portón está escrito arriba: “Instante”.
Pero si alguien recorriese uno de ellos cada vez y cada vez más lejos: ¿crees tú, enano, que esos caminos se contradicen eternamente?»
«Todas las cosas derechas mienten, murmuró con desprecio el enano. Toda verdad es curva, el tiempo mismo es un círculo».
«Tú, espíritu de la pesadez, dije encolerizándome, ¡no tomes las cosas tan a la ligera! O te dejo en cuclillas ahí donde te encuentras, ¡cojitranco! -¡y yo te he subido hasta aquí!
¡Mira, continué diciendo, este instante! Desde este portón llamado Instante corre hacia atrás una calle larga, eterna: a nuestras espaldas yace una eternidad.
Cada una de las cosas que pueden correr. ¿no tendrá que haber recorrido ya alguna vez esa calle? Cada una de las cosas que pueden ocurrir, ¿no tendrá que haber ocurrido, haber sido hecha, haber transcurrido ya alguna vez?
Y si todo ha existido ya: ¿qué piensas tú, enano, de este instante? ¿No tendrá también este portón que haber existido ya?
¿Y no están todas las cosas anudadas con fuerza, de modo que este instante arrastra tras sí todas las cosas venideras? ¿Por tanto --- incluso a sí mismo?
Pues cada una de las cosas que pueden correr: ¡también por esa larga calle hacia adelante tiene que volver a correr una vez más!
Y esa araña que se arrastra con lentitud a la luz de la luna, y esa misma luz de la luna, y yo y tú, cuchicheando ambos junto a este portón, cuchicheando de cosas eternas -¿no tenemos todos nosotros que haber existido ya?- y venir de nuevo y correr por aquella otra calle, hacia adelante, delante de nosotros, por esa larga, horrenda calle -¿no tenemos que retornar eternamente?».
Así dije, con voz cada vez más queda; pues tenía miedo de mis propios pensamientos y del trasfondo de ellos.
Entonces, de repente, oí aullar a un perro cerca.
¿Había oído yo alguna vez aullar así a un perro? Mi pensamiento corrió hacia atrás. ¡Sí! Cuando era niño, en remota infancia: entonces oí aullar así a un perro. Y también lo vi, con el pelo erizado, la cabeza levantada, temblando, en la más silenciosa medianoche, cuando incluso los perros creen en fantasmas: de tal modo que me dio lástima. Pues justo en aquel momento la luna llena, con un silencio de muerte, apareció por encima de la casa, justo en aquel momento se había detenido, un disco incandescente, detenido sobre el techo plano, como sobre propiedad ajena: esto exasperó entonces al perro -pues los perros creen en ladrones y fantasmas. Y cuando de nuevo volví a oírle aullar, de nuevo volvió a darme lástima.
¿A dónde se había ido ahora el enano? ¿Y el portón? ¿Y la araña? ¿Y todo el cuchicheo? ¿Había yo soñado, pues? ¿Me había despertado? De repente me encontré entre peñascos salvajes, solo, abandonado, en el más desierto claro de luna.

Friedrich Nietzsche, “De la visión y del enigma” en Así habló Zaratustra,(1883-85).


¿Qué dirías si un día o una noche se introdujera furtivamente un demonio en tu más honda soledad y te dijera: «Esta vida, tal como la vives ahora y como la has vivido, deberás vivirla una e innumerables veces más; y no habrá nada nuevo en ella, sino que habrán de volver a ti cada dolor y cada placer, cada pensamiento y cada gemido, todo lo que hay en la vida de inefablemente pequeño y de grande, todo en el mismo orden e idéntica sucesión, aun esa araña, y ese claro de luna entre los árboles, y ese instante y yo mismo. Al eterno reloj de arena de la existencia se le da vuelta una y otra vez y a ti con él, ¡grano de polvo del polvo!?» ¿No te tirarías al suelo rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que así te hablara? ¿O vivirías un formidable instante en el que serías capaz de responder: «Tú eres un dios; nunca había oído cosas más divinas?» Si te dominara este pensamiento, te transformaría, convirtiéndote en otro diferente al que eres, hasta quizás triturarte. ¡La pregunta hecha en relación con todo y con cada cosa: «¿quieres que se repita esto una e innumerables veces más?» pesaría sobre tu obrar como la carga más pesada! ¿De cuánto amor hacia ti y hacia la vida habrías de dar muestra para no desear nada más que confirmar y sancionar esto de una forma definitiva y eterna?


Friedrich Nietzsche, “La carga más pesada” §341 en La gaya ciencia (1882).

domingo, 2 de mayo de 2010

NIETZSCHE: Textos

Las tres transformaciones

Voy a hablaros de las tres transformaciones del espíritu: de cómo el espíritu se transforma en camello, el camello en león, y finalmente el león en niño.
    Muchas cargas soporta el espíritu cuando está poseído de reverencia, el espíritu vigoroso y sufrido. Su fortaleza pide que se le cargue con los pesos más formidables.
    «¿Qué es lo más pesado?», se pregunta el espíritu sufrido. Y se arrodilla, como el camello, en espera de que le carguen.
    «¿Qué es lo más pesado, oh héroes?», se pregunta el espíritu sufrido para cargar con ello, y que le regocije su fortaleza.
    Lo más pesado, ¿no es arrodillarse, para humillar la soberbia? ¿Hacer que la locura resplandezca, para burlarse de la propia sabiduría?
    ¿O bien separarse de los suyos, cuando todos celebran la victoria? ¿O escalar las elevadas montañas para tentar al tentador?
    ¿O acaso alimentarse de las bellotas y los hierbajos del conocimiento, y padecer hambre en el alma por amor a la verdad? ¿O acaso estar enfermo y mandar a paseo a quienes intentan consolarnos, para trabar amistad con los sordos, con aquellos que jamás oyen lo que uno desea?
    ¿O tal vez zambullirse bajo el agua sucia, cuando es ésta el agua de la verdad, sin apartar de sí las frías ranas y los calientes sapos? ¿O tal vez amar a quienes nos desprecian, y tender la mano a cuantos fantasmas se proponen asustarnos?
    Todas estas pesadísimas cargas toma sobre sí el espíritu sufrido; a semejanza del camello, que camina cargado por el desierto, así marcha hacia su desierto.
    Pero en lo más solitario de ese desierto se opera la segunda transformación: en león se transforma el espíritu, que quiere conquistar su propia libertad, y ser señor de su propio desierto.
    Aquí busca a su último señor: quiere ser amigo de su señor y su Dios, a fin de luchar victorioso contra el dragón.
    ¿Cuál es ese gran dragón a quien el espíritu no quiere seguir llamando señor o Dios? Ese gran dragón no es otro que el «tú debes». Frente al mismo, el espíritu del león dice: yo quiero.
    El «tú debes» le sale al paso como un animal escamoso y refulgente en oro, y en cada una de sus escamas brilla con letras doradas el «tú debes».
    Milenarios valores brillan en esas escamas, y el más prepotente de todos los dragones habló así:
    «Todos los valores de las cosas brillan en mí.
    Todos los valores han sido ya creados. Yo soy todos los valores. Por ello, ¿no debe seguir habiendo un “yo quiero”!» Así habló aquel dragón.
    Hermanos míos ¿para qué es necesario en el espíritu un león así? ¿No basta acaso con el animal sufrido, que es respetuoso, y a todo renuncia?
    Crear valores nuevos no es cosa que esté tampoco al alcance del león. Pero sí lo está el propiciarse la libertad para creaciones nuevas.
    Para crearse libertad, y oponer un sagrado no al deber –para eso hace falta el león.
    Crearse el derecho a valores nuevos, ésa es la más tremenda conquista para el espíritu sufrido y reverente. En verdad, para él eso equivale a una rapiña, a algo propio de animales de presa.
    Como su cosa más santa, el espíritu amó en su tiempo al tu debes. Hasta en lo más santo tiene ahora que encontrar ilusión y capricho, para robar el quedar libre de su amor: para ese robo es necesario el león.
    Mas ahora decidme, hermanos míos: ¿qué es capaz de hacer el niño, que ni siquiera el león haya podido hacer? ¿Para qué, pues, habría de convertirse en niño al león carnicero?
    Sí, hermanos míos, para el juego divino del crear se necesita un santo decir «sí»: el espíritu lucha ahora por su voluntad propia, el que se retiró del mundo conquista ahora su mundo.
    Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: os he mostrado cómo el espíritu se transforma en camello, luego el camello en león, y finalmente el león en niño.

    Así habló Zarathustra.
    Y entonces residía en la ciudad llamada «La Vaca de Muchos Colores».

F. Nietzsche, Así habló Zarathustra